Por Pruden.
El pasado jueves santo, el marine pretoriano salió a entrenar un rato por la tarde, por su recorrido habitual de los domingos y festivos, el camino que va desde Valverde de Leganés hasta San Jorge de Alor, cruzando la ribera que alimenta al pantano de Piedra Aguda (el pantano de Valverde, por si me lee alguien de Olivenza).
Como es natural después de 35 litros/m2 de lluvia en dos días, la ribera y los arroyos tributarios iban muy cargados de agua, y como además no tenía mucho tiempo, el marine pretoriano no cruzó la ribera sino que se volvió atrás, y al cruzar uno de los arroyos vió algo que se movía en la corriente, y ese algo era un pez que iba remontando aguas arriba para desovar; no es que el pez fuera Moby Dick ni que el marine pretoriano se transformase por momentos en el capitán Achab, pero no se sintió arredrado por la fuerza de la corriente y se metió derecho en el agua.
No se tiró de cabeza porque se habría pegado un carajazo terrible en una cuarta de profundidad, pero vaya, que no le importó mojarse (de hecho, un rato antes había caído una manta de agua impresionante, de las que sólo son capaces de soportar los marines pretorianos) y se metió en el arroyo con zapatillas y todo. Tras una titánica lucha, finalmente el marine pretoriano consiguió atrapar a la fiera, que resultó ser una carpa de cerca de un kilo. Con la captura en las manos, el marine pretoriano sopesó las posibilidades y decidió devolver a la fiera al arroyo, no sin antes hacerse un par de fotos con el móvil para poder compartirlas con el resto de los pretorianos y poder contar la historia sin que le llamasen mentiroso. Y ahí están las fotos, para que veais lo que es un entrenamiento, no las tonterías esas de las cuestas de Camas, los entrenamientos de José Luis a media mañana, ni nada de eso.
Al objeto de afinar en lo posible su preparación para Ronda, al día siguiente el marine pretoriano decidió hacer otro entrenamiento como el del día anterior, también bajo la lluvia, que no ha cesado hasta sumar 52 litros/m2 en tres días, que le han dado la vuelta al campo. Inasequible a las adversidades meteorológicas, el marine pretoriano llegó al mismo arroyo del día anterior, aún más cargado de agua, y lo primero que vió fue otro pez tratando de remontar la corriente. Con la reciente experiencia del día anterior, el marine pretoriano se fue derecho al agua y no encontró mayor dificultad en atrapar al primo de zumosol de la carpa del día anterior, ni en soltarlo, ni en atrapar inmediatamente después al hermano menor y soltarlo también en la ribera, haciéndose las fotos de rigor para que el cronista oficial de la III cohorte pretoriana, Doctorimus vinagriticus, las incorpore al blog pretoriano.
Un tanto disipada la emoción de la pesca sin caña, el marine pretoriano decidió continuar el entrenamiento, de modo que se puso el reloj y empezó a salir del cauce, pero vió una tercera carpa y le pudieron los nervios y el ansia pretorianos, no podía dejarlo ir, había que cogerla, no hay dos sin tres, hay que alimentar la leyenda pretoriana, ganarse la inmortalidad con nuestras acciones, así que a por ella se fue, y después de bregar en medio de las aguas, la cogió, pero al cogerla se magulló un poco en la parte dorsal (el marine pretoriano no, el barbo) y además le hizo un corte accidental con la hebilla del reloj y el pez, un pedazo de pez, más de un kilo de carpa, cerca de medio metro de bicho, sangró un poco por el corte, de modo que el marine pretoriano optó por no devolver a Moby Dick a la corriente y se lo llevó para casa, donde le dio cristiana sepultura en su pretoriano estómago.
Informó Santi Martin
2 comentarios:
cuando sale editado el libro de las fabulas y el marine.........pá ir a reservarlo .
mu bien contao.
Lo que más siento es que esto me pasara a mí, y no al maestro Isidro, que lo iba a contar que no veas.
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