15/3/12

MI PRIMERA MARATÓN

(Crónica del "tropa auxiliar" Dani Calle de su estreno en la distancia. ¿Se estará cociendo un nuevo aspirante?. Solo el tiempo lo sabrá) 

MI PRIMERA MARATÓN
Por Dani Calle


Me he decidido escribir la crónica de la maratón una vez que ya han transcurrido tres semanas y he podido asimilar el reto conseguido.

Muchas sensaciones para una mañana de Domingo, tal día como un 19 de Febrero, fecha muy especial, ya que era el día en que mi mujer cumplía 30 años. Tras dormir muy poco esa noche previa, me recogió la persona que me llevó en volandas durante toda la carrera, quien tanto y tanto me había ayudado. Paramos a tomar un café en el Hotel Bellavista, tradición de Santi. Llegamos a la Cartuja y allí en el Estadio, entre 5500 corredores, nos encontramos con los hermanos de Santi: los Pretorianos.

Los corredores entramos por el túnel al Estadio, donde una vez que nos vamos quitando todo lo que llevábamos encima, soltamos las bolsas en el guardarropas. Sobre las 9:15 nos vamos para las pistas del Olímpico, “Nervio y ansia”. Algo de frío, mucha gente y un solito maravilloso que empezaba a dejarse ver en las pistas del Estadio. Alguien desde ahí arriba seguro que dispuso que tras unos días de mucho frío nos regalaran un día primaveral para la práctica de este deporte tan bonito pero a su vez tan sacrificado. Pasan los 15 minutillos y sonó el disparo a las 9:30. Por fin todo comenzaba, empezaba la batalla, esa que tanto habíamos esperado y preparado, por delante 42.195 metros y un recorrido que cruzaba toda mi Sevilla del alma, qué lugar mejor para hacer tu primera maratón. Aunque he de decir como crítica que es de vergüenza que no discurra por los lugares históricos de la ciudad.

Tras casi 3 minutos de espera empezamos a correr, salimos del estadio y allí, al finalizar la cuesta, estaba mi Lourdes como siempre, apoyándome en todo lo que hago, con Eva, una amiga. Los primeros Kms. transcurren muy rápido, todos íbamos muy fuertes, con muchas bromas e incluso algún que otro pretoriano se atrevía a contar chistes, pero allí estaba su presidente para recordarnos a todos que aunque pudiéramos que guardáramos fuerzas para el Km. 35, que las necesitaríamos.

Con ese buen ambiente y buenas sensaciones pasaron las dos primeras horas, casi ni me enteré, iba flanqueado por una Cohorte muy numerosa de Pretorianos, parecía el emperador romano rodeado de su fiel y célebre guardia tan especial. Entonces cuando tu cuerpo va bien y empiezas a notar los Kms. llegamos a la media maratón, tu mente empieza a ir descontando metros, un error, ya que siempre te parece muchísimo lo que te queda cuando en realidad habría que ir contento por lo que ya llevas recorrido. A partir de ahí, nos esperaba nuestra caballería, formada por Miguel Ángel, Víctor, Alberto y Fernando quien nos escoltaron hasta el final. En esa mitad del recorrido me encontraba bien, llevaba más de 2 horas corriendo, y el sol empezaba a regalarnos un día perfecto. Comenzamos a recibir llamadas de apoyo: Lucas, Óscar, Antale, Arroyo, … te creces muchísimo cuando tus amigos se acuerdan de ti, te dan ánimos y ayudan a que tu esfuerzo sea menor, o por lo menos te sigan desde lo más profundo de su sofá.



Poco a poco llegamos a la Palmera donde encontramos más apoyo, mis padres, primos, tíos, Cuadra y familia, pero, al pasar por el Benito Villamarín, te reconforta ver al tío más Sevillista que conoces dándote ánimos con su novia allí, muchas gracias Bala. Allí tuvimos un punto de inflexión en la carrera, Emilio empezaba a ir justito, entonces queríamos darle nuestro apoyo y bajamos el ritmo para esperarlo, de paso buscamos recuperar un poco andando mientras nos reagrupábamos. Así giramos a la izquierda y nos adentramos en los Remedios. Allí nos esperaba un tío muy pesado a todos los corredores, El Tío del Mazo, metro a metro empezaba a dejarse notar cada vez más, las fuerzas van más justas pero la moral seguía intacta. Tu mente sabe que llevas más de 30 kms., pero los menos de 10 que te quedan te parecen inmensos. Entonces cogemos un ritmo cansino y nos destacamos de la Cohorte pretoriana que nos seguía a pocos metros.

Pisada a pisada se siguen descontando metros, llegando tras mucho esfuerzo a Triana, donde Santi se paró a tomar una birra con la caballería. Yo preferí seguir adelante y no parar, cogí un ritmo muy lento, crucé el puente del Cachorro y en Plaza de Armas, entre los aplausos de ánimos del público, escucho una voz que dice: ¡Vamos Pretorianos! Entonces dije, ya me ha alcanzado Santi, por fin otra vez mi fiel escudero , pero mi sorpresa fue cuando Santi venía junto a un grupo de pretorianos que nos habían vuelto a alcanzar, dicha formación aguantó intacta hasta la meta. Emilio cambió de guía, Javi, quien logró con sus palabras que Emilio resurgiera, cambiara el ritmo, e hiciera el trayecto hasta la Barqueta de un tirón Allí nos esperaban Juan y Giulia, gracias por el apoyo, ahora sí que se necesita, las fuerzas brillan por su ausencia, pero a pesar de los calambres que empiezas a tener quedan menos de 5 kms. y sí o sí lo tienes que terminar.

Fernan se puso a mi lado y él, que pasó por el mismo Calvario en el cuerpo hace unos años, no dejaba de darme ánimos, sabía muy bien cómo iba, lo mal que marchaba. Con ese percal entramos en el Parque del Alamillo, José Luis nos hizo cantar canciones pretorianas para olvidarnos del dolor y así pudimos llegar al Km. 40, donde después del avituallamiento empezamos a andar. Miras el reloj, 4 horas, y a pesar de tus calambres, cansancio, dices que no te rendirás, que a pesar del poco terreno que te queda y al límite que van las fuerzas, aunque sea a 4 patas tienes que acabar antes de las 5 horas que da la organización.

Con mucho, muchísimo, inmenso sufrimiento, corriendo poco y andando bastante salimos del Parque, ese el cual se te ha hecho más largo que el resto de la Maratón. Por fin ves el Estadio. Sabes que queda 1 km., 1000 metros, ¿no vas a acabar? Claro que sí, aunque sea arrastrándote. Al girar para encarar el túnel del Estadio, me apoyaban mis padres, mi hermana y mi cuñado, les digo, Ea! he llegado hasta aquí y me retiro, je, je. Me gritaron: ¡Venga ya para dentro! Santi y yo habíamos cogido unos metros de ventaja sobre el resto del grupo y estábamos esperándolos, para poder disfrutar del momento todos juntos.

Por fin el Túnel del Estadio Olímpico. Entramos en él y ya no hay dolor, sólo gloria. Me emocioné al llegar a la pista y venirte tantos y tantos recuerdos por la cabeza. Encuentras sentido a los entrenos que has hecho, al frío que has pasado, a todos los días que te has levantado temprano para salir a correr, sacrificándote muchísimo , acordándote mucho de todas las personas que te han ayudado a lograrlo, pero destacando a mi mujer como principal apoyo, y Santi, quien no sólo es un apoyo continuo, sino que es el espejo en el cual mirarte, quien te enseña que con sacrificio se consigue todo.

Tras los algo más de 300 metros por la pista del Estadio Olímpico, ese terreno bendito que parece que vas corriendo por el Elíseo, ya no te sientes las piernas, pero da igual, el grito de la gente que aplauden a todos los valientes que están logrando llegar a la meta merece la pena. Ves entonces esa mágica línea, la misma que en el año 1999 vimos en directo cruzar a Michael Jonhson consiguiendo el record mundial de los 400 mts. Lisos, aunque él lo hizo con ese estilo tan perfecto de correr que le caracterizaba. Entonces buscas entre la gente de la grada y no consigues ver a nadie, pero da igual, sabes que están ahí gritando. Vellos de punta, emociones a flor de piel. Entonces levantas la vista y ves el reloj: 4 Horas 25 Minutos y 54 Segundos. ¡Sí, he logrado acabar! ¡SOY MARATONIANO! Pero ahí no acababa todo, será un honor recordar mi primera maratón con la imagen de levantar los brazos y escuchar “¡Tomares Vincit!”, qué mejor forma de lograrlo que hacerlo rodeado de los pretorianos, Santi, Javi, José Luis, el Niño, Manuel Muñoz y el Gran Emilio, sin olvidarme de Fran Moriana, que entró en meta con nosotros, y del resto de la Cohorte que ya había entrado o estaba a punto de hacerlo.

Fue muy sacrificada, mucho esfuerzo para cumplir ese reto grandísimo, pero el cruzar esa línea blanca es gratificante, la recompensa personal es enorme, hice mi primera maratón y si Dios quiere le seguirán muchas detrás, porque hay un gusanillo que simplemente necesita de un reto a la vista, ganas de superación y amigos locos que se levanten contigo a las 6:30 de la mañana para entrenar.

Muchas gracias a todos los que me ayudasteis a conseguirlo.

4 comentarios:

CAYO CRASTINO dijo...

Muy bien Dani!!!, esto no ha hecho más que empezar y en menos de un mes estaremos en el Homenaje a los 101 y en los 100 kms. de Mérida. Cuidadín que esto del ultrafondo crea adicción y dentro de unos años te plantearás los maratones como entrenamientos aunque ahora te parezca difícil de creer, con salud e ilusión casi todo es posible

pulisa dijo...

Así es... Con el tiempo te tomas la maratón como entrenamiento de retos mayores. Ánimo y adelante; ya eres maratoniano.

Anónimo dijo...

Enorabuena Dani, esto sólo es el principio de muchas mas.

el Bombe

Miguel Angel, padre de Santi Martin dijo...

Estupenda crónica, Dani. Me alegra que entres en esta dinámica del ultrafondo. A través de Santi y de los pretorianos he conocido esta práctica deportiva y cada vez que puedo os acompaño para animaros y si puedo también hago deporte al hacer determinados tramos en bicicleta. Pero sobre todo me encanta que lo hagas con los PRETORIANOS cuyos valores de solidaridad, amistad y buen rollo admiro.Que no te seduzcan las marcas y sí el "espíritu pretoriano" de la amistad y el compañerismo. ENHORABUENA!!!!!