8/9/11

CRÓNICA DE UN SUEÑO CUMPLIDO (II) - UTMB 2011



El UTMB, Ultra Trail del Mont Blanc, es sin duda el ultra-trail más famoso del mundo y uno de los más duros. Como dicen los de la organización, es el ultratrail que todo corredor de montaña debería intentar realizar una vez en su vida. Justo tras finalizar pensaba exactamente eso, que era una experiencia única e irrepetible… para no repetir nunca más… Aunque quien sabe, el dolor es pasajero, pero la gloria eterna... y a medida que pasan los días se van olvidando los malos momentos y el sufrimiento y sólo van quedando la satisfacción y el orgullo de haber finalizado este increíble reto.



Como a veces las imágenes valen más que mil palabras, una vez más, el vídeo oficial del UTMB 2011… quiero que me quede una entrada completita.

Al UTMB le llaman la carrera de todos los superlativos. Y es cierto que tiene unas cifras que asustan… darle la vuelta al macizo del Mont Blanc, la montaña más alta de Europa, en menos de dos días, con sus respectivas noches. 2300 participantes de más de 70 países enfrentándose a un recorrido de nada más y nada menos que 166 kms de recorrido, tres países atravesados, y un desnivel positivo acumulado de 9500 metros.



Vídeo del recorrido (sin música)
Aqui tenéis otro vídeo del recorrido aún más detallado: http://youtu.be/5tpTH_tEUKo

Ahora, visto con perspectiva, puedo decir que efectivamente, al menos para mí, ha sido la carrera de los superlativos, pero desde muchos puntos de vista. Superlativa por el estupendo ambiente de los días previos en Chamonix, por esos miles de participantes rebosantes de ilusión llegados desde más de 70 países, y por la incesante entrega del público que aparecía de día o de noche hasta en los rincones más insospechados de los caminos. Superlativa por la magnitud de la organización y sobre todo por la entrega y la amabilidad de esos magníficos voluntarios durante toda la carrera. Superlativa por la, para mí, inimaginable dureza del recorrido, por el descomunal esfuerzo físico y sufrimiento que supone completarlo para el grueso del pelotón, para esa inmensa mayoría de corredores anónimos como yo cuya gran ilusión es sobrevivir a los exigentes controles horarios y terminar la carrera, para todos aquellos que hubiéramos firmado antes de empezar llegar el último a Chamonix antes de las 46 horas, pero llegar, porque eso significaría que habríamos cumplido el sueño. Superlativamente tremenda este año en especial por las adversas condiciones meteorológicas, con frío (al parecer hasta -10ºC en la segunda noche en Grand Col Ferret), lluvia y nieve, y por la exigencia añadida de unos cambios de recorrido que añadieron más kilómetros y desnivel (ya he leído a más de un participante cuyo reloj dice haber hecho más de 180 kms y subido más de 10.000 mts… uuuuufff) y por el endurecimiento de las barreras horarias iniciales. Pero superlativa sobre todo por el esfuerzo mental que implica mantener al cuerpo en marcha durante más de 40 horas seguidas con dos noches en vela de por medio, sin dar tregua al sufrimiento, sin dejar que la mente se rinda a un cuerpo extenuado. Superlativa por la increíble belleza de los paisajes atravesados, que quitaban el aliento. Y superlativa por lo emocional, por la cantidad de altibajos en el estado de ánimo, de momentos eufóricos de disfrutar con la carrera y el paisaje, y de pensar que se podía conseguir, seguidos de otros durísimos donde estuve al borde del abandono. Superlativa para mí por haber sentido muy cerca el calor y el enorme apoyo de familiares, amigos y compañeros pretorianos tanto in situ como el que llegaba desde miles de kilómetros en forma de innumerables mensajes, llamadas, y un seguimiento en el facebook que se prolongó casi ininterrumpidamente de forma paralela a mi carrera. Y superlativa, sobre todo, por la indescriptible emoción y los inolvidables sentimientos vividos en esa entrada a Chamonix tras 41 horas y 57 minutos de lucha, rodeado de amigos y familiares.

Detalles del recorrido por GPS, por cortesía de Chusta, otro finisher del UTMB del foro del Atleta (http://pontelaszapasyacorrer.blogspot.com/)

Pero volvamos un poco más atrás… a unos minutos antes de las 23:30 de la noche del viernes 26 de Agosto, en la Plaza de la Amistad del centro de Chamonix. Más de 2300 corredores se apiñan intentando cobijarse como pueden bajo sus chubasqueros de una lluvia que no ha cesado durante las últimas horas y que ha obligado a la organización, a mi entender acertadamente, a retrasar la salida 5 horas desde el horario inicial previsto. Pero estas horas de espera se hacen interminables, y el desconcierto se hace patente durante la tarde mientras la noticia del retraso corre de boca en boca entre los participantes, llenando el cielo y los relojes de miradas nerviosas y los corazones de temor a que se repita el fiasco del año pasado. Finalmente parece que se sale sí o sí, llueva o truene. Tras las últimas fotos de rigor, tomo posiciones en la salida junto a mi compañero pretoriano Chema, y nuestra amiga catalana Bea, mientras nuestro amigo malagueño Diego Bonilla, finisher del UTMB hace dos años, se sitúa un poco más adelante. Para mí estos últimos momentos previos a la salida son de recogimiento y concentración ante un gran momento que ha llegado después de meses y meses de espera. Nervio y ansia… la lluvia sigue cayendo mientras suena la ya mítica Conquista del Paraíso de Vangelis, y se me ponen los pelos de punta con la emoción del momento. Parece que flota en el aire una gran tensión a la que contribuyo junto a otros muchos que se agolpan a mi alrededor. Es la tensión de la incertidumbre que nos atenaza a muchos, invadiéndonos con serias dudas de si seremos capaces de terminar un reto de tamaña magnitud y dureza, en mi caso el mayor con creces de mi vida deportiva. ¿Habré entrenado lo suficiente? Pues... por supuesto que no. En mi modesto nivel no hay entreno suficiente posible para prepararse una prueba así... y menos en Sevilla con su ausencia de montañas y con un verano achicharrante de por medio. ¿Qué si estoy motivado? Ahí, diría yo como los otros 2299 corredores, ahí no me gana nadie...

Salida pasada por agua...
Aquí tenéis este vídeo de cómo todo un campeón, Kilian Jornet, afronta la preparación de un Ultra Trail como el UTMB. Me gustan especialmente las últimas palabras del final del vídeo sobre sus sentimientos al acabar una carrera, y cómo los compara con los del finisher anónimo.



He aquí los reportajes deportivos en castellano de la prueba ofrecidos por Eurosport. Se centran sobre todo en la competición pero es bonito como destacan también el esfuerzo de los atletas anónimos por terminar más de 20 horas después de hacerlo los primeros. Lo que ha hecho Kilian me parece totalmente admirable, 20 horas y media… inconcebible, cualquiera que haga el recorrido se quedas sin palabras ante esta marca… felicitaciones igualmente a Iker Karrera por su increíble debut en la carrera…así como a Roberto Heras que luchó como un jabato hasta que se vio obligado a abandonar por problemas físicos. Hubiera sido increíble un pleno español en el podio… Sin embargo, ganan dos españoles la carrera de montaña más importante del mundo y en los medios de comunicación públicos (TVE) le dedican a la carrera no más de 30 segundos (carrera de campo a través extremo, le llamaron, vaya mierda de traducción de ultra trail...)y ni siquiera se dignan a decir sus nombres…., verdaderamente lamentable,… asco de país donde deporte que no sea fútbol no importa una mierda.

VÍDEO 1ª PARTE


VÍDEO 2ª PARTE



Chema, Bea y Santi, cayendo la del pulpo antes de la salida...






Por fin dan la salida…recorremos las calles de Chamonix entre un auténtico río de gente que anima de manera espectacular. Resuenan los “allez” y mucha gente agita los tradicionales cencerros, cuyo sonido es uno de los símbolos del ánimo del público a los participantes durante la carrera. Pronto salimos del pueblo y entramos en un camino que entre bosques nos lleva al primer avituallamiento en Les Houches en el km. 8. El principio es una marea de gente y hay que ir muy atento para evitar peligrosos choques y tropezones. Me sorprende que la gente va bastante rápido en este tramo, corriendo casi todo el tiempo, para intentar ganar algo del tiempo que tan precioso resultaría más tarde. Cuesta mantener localizados a mis compañeros por la escasa visibilidad que me proporciona la capucha y la homogénea apariencia del personal oculto bajo sus chubasqueros. Como estaba planeado, desde el principio Chema y yo formamos un dúo pretoriano que habría de mantenerse unido durante muchas horas. Empezamos a subir a Delévret, primera cota del recorrido con algo menos de 1800 mts. La lluvia sigue azotando de manera inclemente, y a medida que ascendemos va arreciando mientras cae la temperatura. A pesar de los chuzos que están cayendo, hay grupos de gente animando a tope con sus cencerros al borde del camino, incluso algunos con pelucas incluidas. Subimos a buen ritmo pero entre que salí con calzonas y que el enclenque poncho que llevo no me cubre los brazos noto cómo estos y mis manos sin guantes se van calando y enfriándose cada vez más. Cerca del punto más alto (km. 14) me da la sensación de que está cayendo aguanieve; empiezo a tener unas sensaciones de frío realmente preocupantes… y me asusto bastante…pienso, joder, no llevamos nada y ya voy así… muy chungo. Menos mal que al correr en la bajada recupero un poco de calor, aunque sigo empapado… me cago en… y la chaqueta técnica de los 200 pavos y los guantes impermeables en la mochila… todo por no pararme. La bajada es bastante peligrosa y resbaladiza por el barro y la hierba mojada, y Chema se hace daño en la rodilla cuando un corredor español se nos cae justo delante y le obliga a hacer un movimiento raro con la misma para evitar caerse también. A la postre, lamentablemente, este incidente le obligaría a abandonar; cualquier pequeña molestia, con el paso de los kilómetros y las horas, se puede terminar volviendo insoportable y puede obligar al abandono. La suerte de no tener ningún percance también es una parte importante de la carrera.

Llegamos al primer avituallamiento grande, St. Gervais (km. 21). Aquí me encuentro por primera vez con mis padres y Rocío. Observo lo bien provisto que están los puestos, todo muy bien organizado en bebidas, frutas, salados y dulces, con muchas y variadas viandas para ser una carrera, e intento comer bastante, como suelo hacer siempre en los ultras. No nos entretenemos mucho y decidimos no cambiarnos hasta llegar a Les Contamines (km. 31), donde está el primer control horario. Pensamos que podremos avanzar deprisa porque el perfil, aunque en ascenso, no parece muy desfavorable, pero pronto nos damos cuenta de que en esta carrera no existen virtualmente los llanos, o todo es cuesta arriba o es cuesta abajo. Pronto nos encontramos en estrechos y oscuros senderos del ancho de una persona, y nos vemos montados en los larguísimos “trenecitos” del pelotón, donde caminas o a lo más trotas cochineramente durante kilómetros y kilómetros, mientras lo único que alumbra tu frontal es el culo del de adelante y donde apenas puedes adelantar o ser adelantado.

Llegamos a Les Contamines con tres cuartos de hora de margen sobre el corte, comemos y nos cambiamos con ayuda de Rocío y mis padres; ¡qué gusto ponerse ropa seca y caliente!. Ya con la chaqueta, las mallas largas, los guantes y el gorro esto parece otra cosa. No así para 111 corredores que abandonaron en este punto. Por fin ha dejado de llover, y mientras nosotros iniciamos el largo ascenso hacia el primer coloso, el Col du Bonhomme, mis padres y Rocío vuelven a Chamonix y no se acostarían hasta cerca de las 7 de la mañana. Su apoyo y asistencia fue fundamental y no me canso de decir lo agradecido que estoy porque sin ellos tengo la certeza de que no hubiera conseguido acabar.

Chema y yo seguimos juntos a buen ritmo, la verdad es que la parte final de la noche se hace muy llevadera y me acuerdo muy vivamente de ir hablando muy animadamente con él rodeados por decenas de participantes inmersos en el más absoluto silencio. Es algo que ya me había advertido Chema de su experiencia anterior en la CCC y que me chocó bastante: los corredores apenas hablan y van totalmente concentrados… es algo difícil de entender para un corredor del sur, acostumbrado al cachondeo y a los chistes sobre todo al inicio de las carreras. Pasamos por el camping de Notre Dame de la Gorge (km. 35) y empieza una fuerte subida por una calzada romana; aquí es donde otros años se ponen con antorchas a flanquear el ascenso de los corredores, este año por el retraso son más de las seis de la mañana, y obviamente no hay antorchas ni público. Llegamos al refugio de La Balme (km. 39) con ánimo y hambre, manteniendo más o menos nuestros 45 minutillos sobre el corte y nos calentamos en una gran hoguera montañera… el ambiente es bastante bueno. Además ya está amaneciendo, y con los ánimos que siempre trae la luz observamos la grandiosidad del paisaje y al imponente Col de Bonhomme con nieve recién caída esa misma noche.



Calentándonos y secándonos un poco en la hoguera del refugio de La Balme

Aunque en un principio pareció que se iba a despejar, mientras afrontamos el tramo final desde La Balme, realmente duro, empiezan a entrar negras nubes, y se deja notar un penetrante frío al ir ganando altura… para cuando llegamos a lo alto del Col, empiezan a caer copos de nieve dejando unas estampas realmente espectaculares, y arreciando más tarde la nevada al paso por el refugio de la Croix du Bonhomme, a 2445 m (km. 45). Aquí me doy cuenta de la importancia del equipamiento, especialmente de la chaqueta técnica, y agradezco el no haber escatimado demasiado en inversión y peso de la mochila: unos kilos de más de equipamiento pueden salvarte de pasarlo muy mal frente a condiciones complicadas. Justo a nuestro paso por estos lugares andaba el helicóptero que grabó estas espectaculares imágenes de la carrera en ese punto…


Algunas imágenes de la subida a la Croix y al refugio de Bonhomme...










Iniciamos el fuerte descenso hacia Les Chapieux que está en el km. 50. La bajada es muy pronunciada y resbaladiza, y observo un montón de culazos de otros participantes. Por mi parte voy bajando con precaución y confiando en mis dos bastones más que en mis dos piernas para frenarme y asegurarme. Me adelanto un poco sobre Chema y nos reunimos en el avituallamiento de Les Chapieux. Aquí hay que hacer otra comida contundente para recargar fuerzas. Mi estómago agradece enormemente las sopas de fideos calientes que templan el cuerpo, y me meto varios cuencos en el cuerpo del tirón. Chema llega con problemas, dice que le está molestando la rodilla y que va a pedir asistencia, un poco asustado por la posibilidad de que le puedan descalificar por ello (hay a gente que le ha pasado por poca cosa, así de dura y exigente es la carrera).

Bajada a Les Chapieux




Salgo con Diego Bonilla que ha llegado antes que nosotros y también ha estado recibiendo asistencia por una tendinitis en un pie. Seguimos manteniendo menos de una hora de margen sobre el corte y no nos podemos despistar. Intentamos aflojar el ritmo para esperar a Chema pero no llega… no hay cobertura telefónica…son momentos díficiles, es una verdadera putada no poder seguir con Chema… pero finalmente decidimos seguir adelante obligados por la exigencia de los controles horarios. Intento distraerme de la preocupación hablando con Diego y tras unos pocos kilómetros por asfalto hasta La Ville des Glaciers emprendemos la siguiente subida al Col de la Seigne. Una vez más, como en todas las subidas de la carrera, impresiona ver allá arriba a los que van delante tuya y saber que tú también tienes que llegar hasta allí. La subida se hace dura y tenemos que parar varias veces a tomar aliento… Diego comparte generosamente conmigo un red bull, que me sienta de lujo… Me dice que bajará despacio por su problema con el pie, así que cada uno toma su ritmo. Pronto nos vemos de nuevo inmersos en una por momentos copiosa nevada.

Vídeo de la subida al Col de la Seigne grabado por otro participante español






Fotos del final de la subida al Col de la Seigne
Ahí se refugiaban del frío los jueces del control de la Seigne...


El collado de la Seigne (km. 60, 2515 m) marca la frontera con Italia y las vistas son impresionantes, con los glaciares y los picos que quedan al norte en el macizo del Mont Blanc enmarcando una postal increíble… un auténtico paraíso para los amantes de la montaña de belleza difícilmente descriptible. Además parece que por fin vamos a tener algo de sol en nuestro periplo… se observan claros hacia el sur y algunos rayos solares se abren paso entre las nubes mientras aún nos caen copos de nieves desde la Seigne, creando un efecto mágico. Me encuentro fuerte y corro bien en el descenso, consiguiendo llegar al avituallamiento de Lac Combal (km. 65) con aproximadamente una hora y media sobre el corte. Allí espero un poco a Diego Bonilla pero viendo que no aparece debo continuar, esperando que se reagrupe por detrás con Chema. Lac Combal es un gran lago hoy prácticamente colmatado en cuyo interior se ha formado una enorme turbera; está flanqueado por una monstruosa morrena cuyo glaciar debió tener una magnitud portentosa pero que hoy ha quedado muy disminuido al igual que el resto de glaciares del macizo, una pena. Todavía recuerdo perfectamente la impresión que me causó el espectacular glaciar de Bossons cuando visité Chamonix por primera vez con 18 años recién cumplidos; en las fotos de entonces y de ahora es perfectamente perceptible el retroceso en estos años, creo que de al menos 200 metros.

Bajada sobre Lac Combal, abajo, el avituallamiento



Vistas desde Lac Combal




Desde Col de la Seigne iba a tener que hacer el resto de la carrera en solitario, más de 110 kms y con la segunda noche de por medio… muy muy duro mentalmente, sobre todos para corredores sociales como somos los pretorianos… Había que plantearse objetivos poco a poco y estaba claro que el próximo era Courmayeur, a 20 kms. Este bonito pueblo italiano del valle de Aosta se sitúa prácticamente en el ecuador de la carrera, en el km. 78, y es uno de los puntos clave para reponer fuerzas. Allí esperaba de nuevo mi familia junto a un gran avituallamiento y una bolsa con ropa de recambio y material que previamente se envió desde Chamonix. Pero después de Lac Combal todavía hay que subir a Mont-Favre, con su estrecho sendero entre praderas de montaña y sus vistas sobre el valle de la Visaille, con el majestuoso Mont Blanc invisible entre las nubes enganchadas en las cumbres. Hace frío pero vuelvo a sudar como un condenado en la subida, y terminaría pasando mucho calor en la bajada a Col Checruit. Allí, junto a unas casas de madera y unos remontes de esquí, hay un montón de corredores comiendo en el avituallamiento y sentados en unas mesas donde dan ganas de tirarse horas disfrutando por fin del calor de los rayos de sol y de las vistas. Allá abajo ya se divisa Courmayeur. Como algo y sigo bajando corriendo todavía bastante decentemente por un zigzagueante sendero entre bosques de alerces y abetos donde hay que tener mucho cuidado con las raíces. Es al pisarlas cuando me doy cuenta de que estoy empezando a tener ampollas…



Uno de los corredores de cabeza por Areté de Mont-Favre

Más fotos de la subida a Mont-Favre



Chema y Bea en Mont-Favre




Entre ánimos del público, llegó por fin al avituallamiento de Courmayeur. El día es radiante, hace sol y calor, parece mentira que hace un rato nos estuviese nevando. El buen tramo que he hecho desde la Seigne me reporta una hora y tres cuartos de respiro en este corte. De todas maneras, una de las cosas que más me ha sorprendido de la carrera es la exigencia de las barreras horarias. Yo me creía que iba a llevar margen de sobra, pero a pesar de ir dándolo todo para llevar un buen ritmo, me di cuenta de que quitando unos pocos cientos de corredores de alto nivel (sólo 47 finishers en menos de 30 horas, y sólo 450 en menos de 40 horas), la gran mayoría de participantes debe pelearse contra el reloj si no quiere quedar fuera. Durante la carrera, miras un montón de veces el reloj (curiosamente siempre la hora, nunca el tiempo de carrera, al contrario que en muchas otras pruebas...), y haces miles de cálculos mentales: cuánto tiempo tienes para llegar al siguiente control, cuántos kilómetros te quedan, qué ritmo deberías llevar... se piensa poco en la meta, y mucho en salvar tu cuello de la guillotina de la siguiente barrera horaria.

Courmayeur...



En Courmayeur, ayudado como siempre por la familia, me cambié nuevamente de ropa y me curé las ampollas. También después de tantas horas me quité las lentillas y me puse las gafas, esto después me iba a traer algunos problemas como ya contaré. Comí todo lo que pude, un plato de pasta pero sobre todo un bocadillo de jamón serrano llevado a propósito desde España para la ocasión y que me supo a gloria bendita. También me hubiera tomado un par de esos botellines bien fríos que tan bien sientan durante los ultras, como mandan las buenas tradiciones pretorianas, pero los Poletti no parecía que estuviesen por la labor. El avituallamiento estaba en un pabellón deportivo enorme, y allí había un montón de corredores, algunos de ellos ya con evidentes signos de cansancio, durmiendo sobre las mesas, muy cansados, o dentro de una carpa oscura con colchonetas. 234 valientes dijeron que hasta aquí habían llegado. Tras una hora más o menos salgo de Courmayeur a eso de las 16:30 del sábado, más o menos repuesto, y me dispongo a afrontar la segunda mitad la carrera… Voy cansado pero animado, todavía queda mucho toro por torear… nadie dijo que ser pretoriano fuese fácil… y menos en el UTMB…¡llena ahí!...

Continuará…

Muchas gracias por vuestro interés si habéis conseguido leer todo esto…

7 comentarios:

pepe dijo...

MUY BUENO SANTI, ME ENTRA PANICO SOLO DE LEERLO, DESEANDO CONOCER EL FINAL Y A LA ESPERA DE LA SEGUNDA PARTE Y ULTIMA o COMO SE DIRIA POR TIERRAS FRANCESAS"deuxième et dernière".

PEAZO TIO QUE TERMINO LA CARRERA O FINICHEAR como se diga.

JAVI dijo...

DON SANTI, esa tercera parte ya.

Javier dijo...

Fantastica historia, y enhorabuena por conseguir tan impresionante y maravilloso reto. Gracias por compartir todo este esfuerzo tan descomunal.
Deseando leer la siguiente entrega, y como petición, si me lo permites. ¿Podrias poner al final detalladamente todo el material que utilizaste para la prueba, desde camiseta a zapatillas, chaqueta, mochila, bastones,... todo.
Muchisimas gracias

H+QNC dijo...

Superlativo, Artista, Notable, Triunfador, Incansable.

Pretorianos de Tomares dijo...

Como resumiría jesulín de ubrique
en dos palabras IM PRESIONANTE.

Santi puedesn decir a boca llena que eres todo un Ultrafondista.

El Bombe

CAYO CRASTINO dijo...

Joder Santi, muy buena con tanto detalle, fotos y video. Estoy en ascuas esperando la III entrega.

SCHEILOR dijo...

Magnifica crónica Santi, enhorabuena.

y ahora viene la tercera, a correr, a correr, a correeer.