Herman@s Pretorian@s:
Recien aterrizados, y a punto de pasar a limpio las cuentas, que hay que devolver algo de dinerillo, ya que nos ha costado menos el hotel de lo previsto. (No sé si habrá influido lo de decirle a Silvina Linda Pebeta, supongo que no) aquí el Pequeño Ayudante del Tesorero Omni Sapientia Officium, (más o menos Tesorero todo sabiduria en su oficio), reportando que todo ha salido muy bien.
En su momento habrá crónica, y contaremos nuestras vivencias, y sobre todo....
Contaremos como El Niño apenas destetado se olvidó los bastones que le prestó su padre Plumtativo.
Contaremos como El Niño preguntó en un momento de debilidad por supuesto momentanea, si al Estandarte Pretoriano (que ni que decir tiene que se ha vuelto a cubrir de gloria portado por él), se le podía poner un trozo de foamen o algo parecido para que al portarlo no se resbalara con el sudor.
Por supuesto fue una duda momentanea, un breve instante pues cuando se le habló de la unión más allá de lo fisico entre la mano del Pretoriano y el Estandarte, de la unión espiritual entre la carne y la madera, y sobre todo de la procedencia de los bastones que portan los Estandartes, él mismo deshechó la idea.
ANTES:
AHORA:
Y sobre todo os contaremos:
Como se quedaron bloqueadas las puertas del autobús y cuando ibamos a subirnos después de almorzar no se abrían.
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