Viernes trece, 21 horas, Casino militar de Sevilla.
Organizado por la Asociación de Reservistas voluntarios de Sevilla, tuvimos la suerte de acudir a la Conferencia, en el que LA SUFRIDA habló de ese hermanamiento cívico-militar que son los 101 Kms en 24 horas de Ronda, "La Legión contra las drogas".
Si estuviéramos hablando de otra cosa, y si el que escribiera esta crónica fuera nacido en esta tierra, hablaría de olores, si habláramos de la primavera, este humilde cronista diría que ya huele a azahar, o si habláramos de Semana Santa, el olor a incienso seguro que aparecería en este escrito, pero no, hablamos de otra fiesta, hablamos de los 101, y el olor que allí sentimos, llevados por las palabras de LA SUFRIDA, fue el de la salva que da la salida en el campo de fútbol.
Rodeados de camisetas de las pruebas, de jarras, de trofeos, de planos, con la sudadera de la primera edición, esa que tienen muy pocos presidiendo la conferencia, y con el orgullo de ver entre estas cosas, la camiseta de mi club, el Club de Ultrafondo Pretorianos de Tomares, una vez más, y como siempre, sin guión, ni nada escrito, LA SUFRIDA nos hizo vivir esa primera edición, vivimos como los pocos elegidos para esa gesta, fueron desde Ronda a Marbella, y nos contó como tod@s sobrevivieron, gracias a lo que hemos podido participar los que después hemos tenido la suerte de acudir a la misma.
Sus palabras, nos hicieron vivir de nuevo la prueba, recordar anécdotas, vivir esa locura que son los 101, y volvimos a pasear por todos y cada uno de los lugares por los que discurre la prueba, sea ahora o en las anteriores ediciones, vimos el avituallamiento de Setenil, con los marchadores superviviendo (como dice Mercedes Sosa), a la cuesta, al sol y a los muchos kilómetros que a esa altura ya se llevan en las piernas.
Nos habló del espíritu de la prueba, el espíritu de compañerismo y del sufrimiento, del afán de superación y del espíritu de lucha.
Se recordaron las iniciativas solidarias, que han ido surgiendo a lo largo de estos años, y que no debemos olvidar: como se colaboró con la Asociación Española contra el cáncer, como se hicieron esos pañuelos con los que se recaudaron fondos para la Asociación de Padres de Niños Oncológicos de Andalucía.
De cómo esta bendita locura se extiende, más y más, y de cómo las plazas disponibles este año para ciclistas se han agotado en un día y medio.
Recorrimos en el plano esos kilómetros que poco a poco nos hicieron pasar por Arriate, subimos la Cuesta de Trejo, para nosotros la Cuesta del Infierno, vimos esos preciosos pueblos blancos, y llegamos a Setenil, donde vimos sus casas excavadas en la piedra, allí recogimos la mochila, nos cambiamos de calcetines, y nos preparamos para seguir hasta el Cuartel, sin olvidarnos antes, como no, de sellar, nuestro imaginario pasaporte.
Un montón de amigos y compañeros, algunos a nuestro lado, otros en nuestro recuerdo, nos acompañaban, y parándonos una y otra vez a reírnos con las muchas anécdotas que allí se contaron, como si se trataran de necesarios avituallamientos que iban jalonando la conferencia y que la hacia aún más amena, nos dirigimos al Cuartel, donde estuvimos en este viaje imaginario, donde cenamos, y vimos a los voluntarios, a los fisios y a los médicos, y si nos descuidamos y dejamos volar la imaginación, allí nos hubiéramos quedado para siempre, pero se hacía tarde así que apenas con la cena en la boca, y después de sellar de nuevo, nos dirigimos a la Cueva del Gato.
El paso por el bucle, el de más desnivel, el más duro, la subida a la Ermita, donde casi por arte de magia, de pronto era de día y vimos fotos de los ciclistas, subiendo por las rampas del recorrido antiguo con Montejaque al fondo, y de pronto volvía a ser de noche, y lo mismo subimos por las rampas que nos encontramos llegando arriba por la otra parte del recorrido, como se hace ahora.
Vimos la Cueva del Gato, a pesar de ser noche cerrada, lo mismo llovía, que hacía una noche esplendida, lo mismo tuvimos luna llena, que ni siquiera se atrevió a asomar por el horizonte para no robar ni una pizca de protagonismo al ponente, que permítaseme el chiste fácil, estuvo im-ponente, oímos al fondo el río Guadalcacín mientras poco a poco nos acercábamos a la Alameda del Tajo.
Y después de hora y media, completamos el recorrido, recogimos la sudadera, añoramos a los amigos ausentes, ayudamos a desmontar las tiendas de campaña, y de nuevo nos sentimos orgullosos de pertenecer a nuestra gran familia, nos sentimos orgullosos de ser CIENTOUNER@S.
"…. Que en buena o mala fortuna, milicia no es más que una, religión de hombres honrados" (Calderón de la Barca)
1 comentario:
Realmente extraordinario. Nos veremos por allí.
¡Un abrazo!.
Publicar un comentario